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Nos declaro culpables.




A 6 meses de que entre en vigencia la tan esperada Ley de Derechos y Deberes de los pacientes, en el Hospital San Borja ocurrió algo que afortunadamente tuvo un final feliz, y me refiero al robo del recién nacido desde la habitación de su madre.


Desafortunadamente la presidenta de mi gremio, Anita Román, tuvo la mala idea de atribuir un poco de responsabilidad a la madre diciendo “ella no le puede entregar el recién nacido a cualquiera”, discúlpeme colega, pero esta vez no me puedo cuadrar con usted.


Con suficiente conocimiento de causa puedo afirmar que en las maternidades tanto públicas como privadas las visitas se pasean como Pedro por su casa, ¿cree usted que una persona vestida con uniforme hospitalario podría no hacerlo?. El director del Hospital San Borja fue muy claro y honesto en decirle a la periodista la noche del domingo “Si usted se coloca un delantal blanco, podrá recorrer todos los pasillos del hospital” porque no nos engañemos, es la verdad.


Los horarios de visita de las maternidades publicas son un poco más restringidos que los de las clínicas en donde en general las visitas son durante todo el día y sin restricción de numero. Haga el ejercicio de pensar si alguna vez ha visitado a una madre en una clínica, ¿le pidieron identificarse al entrar?. Ni en las clínicas acreditadas por la Joint Comission me la han pedido. Algunos hospitales públicos en los horarios de visita colocan a un guardia en las entradas de las maternidades, pero el resto del tiempo, habitualmente los guardias sólo se ubican en los accesos principales del hospital. ¿Pero entonces que hacemos, como evitamos que esto vuelva a ocurrir, contratamos más guardias?. No creo que sea el camino.


La carta de derechos y deberes de los pacientes que entra en vigencia el 1 de octubre de este año, plantea, entre muchas otras cosas, el derecho a tener información clara y oportuna, y a seguridad y protección dentro de los recintos hospitalarios. La invitación es a tomarnos en serio eso de “información clara y oportuna” partiendo por la credencial hospitalaria, que de nada sirve bajo el chaleco o el delantal. ¿Cuando llegamos a turno nos presentamos a las pacientes con nuestro nombre, rol y le decimos hasta que hora estaremos con ellas? si la respuestas es no, ¿como podría entonces saber la paciente a quién entregar su hijo y a quién no?. Las entregas de turno deberían ser presenciales delante de la paciente, de no serlo, quienes llegan a turno tienen el deber de presentarse y entregar toda la información de quien soy, que soy, y hasta que hora estoy, e incluso más, explicar de manera clara a las puérperas quienes son las únicas personas en turno que vendrán a retirar a sus hijos.


Por otro lado, las instituciones deberán revisar sus protocolos si es que los tienen, y sino sentarse a desarrollarlos para ser capaz de dar una respuesta eficaz en estas situaciones. He leído la prensa que habló de este tema en el día de ayer, pero no pude saber si cuándo se dio aviso del robo del recién nacido se cerraron inmediatamente todas las puertas del hospital o no. Una medida tan simple como eficaz, que en varios hospitales ha frustrado robos de recién nacidos.


Cambiar la cultura es tarea de todos, pero creo, debe partir desde nosotros los funcionarios. Sí hay algo que caracteriza al sector salud es la asimetría de información en muchos aspectos, y eso lo podemos verificar a diario cuando el paciente llega derivado desde otro centro y muchas veces no sabe los exámenes que se le practicaron, no tiene claridad de su diagnostico, y menos aún que medicamentos se le han administrado, y ojo, que lamentablemente esta situación no es infrecuente. ¿Si no es el personal de salud quién entrega esa información, entonces quién?


Hagamos el mea culpa y entendamos que si queremos cambiar la cultura de atención en salud, el cambio debe partir en nosotros.

Publicado originalmente en Matasanos


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