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Chile y la crisis invisible del nacimiento, la lactancia y la crianza.

Nunca en toda la historia nacieron tantos niños a través de cesáreas. Nunca en toda la historia hubo tantas leches de fórmula compitiendo con la lactancia materna. Nunca en toda la historia los padres pasaron tan poco tiempo con sus hijos. ¿Cómo llegamos a esto? ¿Cómo saldremos de esto?


En las próximas líneas hablaré de temas que nunca nos hablan en el colegio, de temas que deberían incorporarse en esas clases de educación sexual y reproductiva, que hoy en los colegios no existe. Voy a exponer los antecedentes de una crisis invisible a la sociedad, probablemente la madre de todas las crisis.

La biología y las ciencias cognitivas han puesto de manifiesto, hace largo rato ya, que el periodo de gestación intrauterino, el nacimiento y la primera infancia, representan el periodo más significativo en la formación de un individuo. Tanto así que la propia ministra Soledad Barría en 2008 señaló que “el nacimiento es un momento determinante para la vida de todo ser humano y tanto el periodo previo como el inmediatamente posterior, son decisivos para el desarrollo emocional, intelectual y social del niño(a), con una influencia central de la madre, el padre y la familia”. Desafortunadamente, y a pesar de las líneas anteriores, en Chile toda esa evidencia no ha sido capaz de plasmar las buenas intenciones del programa Chile Crece Contigo en un cambio real. Lo anterior, básicamente porque cada año que pasa, el Chile Crece Contigo pierde fuerza. Aparentemente no hay interés político de fortalecerlo pese a su trascendencia.

Ya expuse en una columna anterior el cómo las cesáreas de a poco se han ido apoderando del nacimiento en Chile, tanto así que hoy la mitad de los partos son por esta vía. Entre 2000 y 2011 los partos ocurridos en el sector público han disminuido en un porcentaje importante. Mientras en el 2000 un 79 % de los partos ocurría en el sector público, en 2011 la cifra sólo llegó al 69 %. Lo anterior es relevante puesto que el sector privado, donde actualmente nacen el 30 % de los chilenos, es el que representa la mayor alza de cesáreas, por lo tanto en la medida que más partos haya en clínicas, más partos por cesáreas tendremos en el país. Estas afirmaciones son un hecho, y las cifras así lo demuestran. ¿Qué es lo lamentable? Que el número de camas de maternidad en el sector privado crece a una velocidad que resulta imposible comparar con el sector público. Y como escuché alguna vez, país desarrollado no es aquel donde el pobre se atiende en una clínica privada, sino aquel donde el rico se atiende en un hospital público.

Sabido es que Chile tiene excelentes indicadores materno-perinatales, tanto así que en nuestro país mueren menos mujeres producto del embarazo que en Estados Unidos. De hecho, el único país con mejores indicadores que nosotros es Canadá. Llegó el momento de preocuparnos de la calidad de estos nacimientos entonces, no es normal que casi todos los nacimientos en Chile sean medicalizados. El uso de la oxitocina en el parto esta fuera de control, y sabido es por todos, quienes estamos en el área, que son muchas las mujeres que no lo necesitan, pero eso poco importa. Lo importante siempre es “sacar el parto rápido”. En el sector público la cultura de “sacar el parto rápido” se justifica en la alta demanda de gestantes, y en la escasez de recursos para asignar una matrona por cada 2 mujeres, como lo propone el programa Chile Crece Contigo, implementado en 2007 en nuestro país. En el caso del sector privado la cultura de “sacar el parto rápido” se justifica en que da lo mismo que el parto dure una hora o diez horas, los honorarios para el médico y la matrona serán los mismos, entonces obviamente siempre será mucho mejor y más eficiente para los equipos ganar más plata en menos tiempo. En ambos casos, público y privado, a las mujeres se les impone una forma de enfrentar los nacimientos. Es lamentable decirlo, porque suena duro, pero hoy en Chile la mujer toma muy pocas decisiones sobre su proceso reproductivo. Da lo mismo las necesidades individuales, a todas se las trata igual, el parto se industrializó. ¿Cómo explicamos que mientras el 70 % de las mujeres quiere tener partos vaginales, sólo un 50% pueda hacerlo? Soy testigo a diario de lo difícil que les resulta a las mujeres encontrar un equipo médico-matrona que atienda los llamados partos “naturales”. El parto “medicalizado” tiene el monopolio de los nacimientos en Chile.

En países como Suecia, luego del parto, el recién nacido no es separado de su madre sino hasta luego de 2 horas. Acá en Chile la propuesta del Programa Chile Crece Contigo, y utilizada como indicador de calidad, es dejar en contacto piel con piel al menos durante los primeros 30 minutos, pero aún en muchos hospitales lograr esto es una batalla diaria entre quién atiende el parto y la unidad de neonatología. En el sector privado ni siquiera es un indicador medible, por lo tanto no es un practica que se exija, ni promueva. La separación inmediata madre-hijo en el momento del parto tiene un impacto negativo en la lactancia y en el apego, y pese a que es importante señalar que el apego no sólo se desarrolla a través del contacto inmediato piel con piel luego del parto, sino que también durante los juegos de la primera infancia, y la lactancia, los primeros minutos de vida son muy importantes.

Tampoco es normal que a ese creciente porcentaje de nacimientos en el sector privado le impongan no poder dormir con su recién nacido, pero lamentablemente se ha normalizado y el porcentaje de mujeres que reclama y exige eso es bajísimo. A la mujer no le preguntan si quiere pasar la noche o no con su hijo(a), simplemente se los llevan a las llamadas “nursery”.

Lamentablemente con la lactancia el escenario es similar. Diariamente vemos cómo algunos pediatras le dicen a las mujeres que dar pecho más allá del año no tiene sentido, y acto siguiente le indican leche de fórmula. En 2012 tuvimos en Chile un caso que incluso salió en prensa, y me refiero a una mamá que presentó un reclamo al comité de ética del Colegio Médico luego de que en una consulta le dijeran que sólo en países subdesarrollados se amamantaba más allá del año y medio, que eso era de “indias”. Afortunadamente el Colegio Médico acogió la denuncia, y finalmente el médico tuvo que pedir disculpas públicas. Lo lamentable es que hay muchas mujeres, que no están ni empoderadas, ni, menos, informadas y que cuando se enfrentan a un médico son incapaces de cuestionar sus indicaciones. En un encuentro organizado por el Programa Chile Crece Contigo, el año pasado, la pediatra Verónica Valdés, probablemente la mayor experta en lactancia que tengamos en el país, fue enfática en señalar que “la malla curricular de los médicos no tiene incorporada a la lactancia como tema” y agregó que “los médicos no tienen clases teóricas sobre lactancia, pero sí de cómo preparar mamaderas”. En el mismo encuentro el Dr. Francisco Moraga presidente de la Sociedad Chilena de Pediatría señaló que, pese a que se sabe que el riesgo de morir entre los niños es inversamente proporcional al tiempo de lactancia en Chile, un 20 % de los niños nunca tomó pecho.

Lamentablemente el escenario de la crianza tampoco es muy alentador. De acuerdo a un estudio del Psicólogo chileno Felipe Lecannelier y su equipo, la madre pasa sólo 15 minutos a la semana cara a cara con su hijo compartiendo tiempo de calidad, sin estar viendo tele, sin mirar el celular y sin otras distracciones, el padre sólo 12 minutos. El actual sistema laboral y económico esta determinando el estilo de vida familiar, cada vez nuestros hijos van desde mas pequeños a la sala cuna y el jardín y traspasamos horas de cuidado a “otros”. El Dr. Belsky en un informe del NICHD (Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano), en EE. UU. encontró que bebés y niños pequeños que estaban más de 30 horas a la semana en guarderías “eran más exigentes, más desobedientes y más agresivos” y “puntuaron más alto en temas como participar en muchas peleas, crueldad, bullying; tanto timidez como hablar demasiado, y necesidad de satisfacción inmediata. Para James Prescott, psicólogo e investigador del NICHD, “la combinación de un vínculo afectivo sensorial perturbado o ausente y poca o nula lactancia materna en la relación madre-bebé/niño es una combinación letal, tiende al desarrollo de depresión, alienación social, abuso de drogas, explotación sexual, y a la violencia del suicidio y homicidio”, en su artículo Prescott cierra señalando que “la necesidad de instituciones de cuidado diario y sala cuna, podría ser radicalmente reducida, si los fondos públicos ahora utilizados para financiar esas empresas privadas fueran usados para financiar directamente a madres y padres, una política que efectivamente se ha probado y establecido bien en países escandinavos”. Cierro el párrafo señalando que las denuncias bulliyng y por abuso sexual en los últimos años en Chile han aumentando de forma explosiva, y que nuestras adolescentes ocupan el primer lugar en el rankingmundial de abuso de sustancias como el tabaco.

Repito la pregunta del primer párrafo ¿Cómo llegamos a esto?, ¿cómo saldremos de esto? Creo que es el momento de que como sociedad comencemos a discutir sobre estos temas, que representan una crisis invisible, con la seriedad que se merecen, y veamos toda la evidencia que la biología y las ciencias cognitivas nos vienen exponiendo hace tiempo. Aún estamos a tiempo.


Publicado originalmente en El Mostrador.

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