Les quiero compartir una reflexión... sobre el parto vertical.
Esta semana, decidí con los estudiantes de tercer año de la carrera hacer un taller vivencial. Algo bastante simple pero que, creo, a la luz de los comentarios que me hicieron los propios estudiantes, tuvo un impacto en ellos. Debo señalar que ellos aún no asisten partos, recién comenzarán sus practicas clínicas la próxima semana.
El primer ejercicio del taller consistía en lo siguiente: teníamos una silla ginecológica (a la izquierda de la foto) y por otro lado un soporte para parto vertical (a la derecha) de los que diseña y construye con mucho amor mi amiga Camila Paz.
La indicación a los estudiantes (grupos de seis o siete) era que, en mi ausencia, se subieran –hombres y mujeres– a la silla ginecológica y luego al soporte para parto vertical, y que en este último además definieran de qué forma les gustaría parir.
Luego de 20 minutos entré a la sala y les pregunté: ¿Si tuvieran que elegir dónde parir, cuál de los dos elegirían? El 100% de los 46 estudiantes me respondió que elegirían el soporte para parto vertical, ni siquiera dudaron.
Luego les cambié la pregunta. ¿Si tuvieran que elegir dónde asistir un parto, cuál de los dos elegirían? En esta pregunta las respuestas generaron discusión, algunos preferían estar sentados a estar hincados o agachados asistiendo el parto.
Finalmente cerré con la tercera pregunta. ¿Entienden ahora por qué se asisten tan pocos partos verticales en comparación al parto en posición ginecológica?.
Ellos entendieron hacia dónde iba mi pregunta y respondieron: «Sí, porque estamos más preocupados en nuestras necesidades, que de las necesidades y deseos de la gestantes a las que acompañamos».
Al cerrar el taller, ellos y yo, nos fuimos con la convicción de que si hiciéramos lo mismo que hicimos hoy, con las gestantes entre la semana 36-37 de embarazo, y les presentáramos las opciones que tienen para parir y le preguntáramos su preferencia con el fin de satisfacerla... ¡OTRO GALLO CANTARÍA!
Publicada en El Parto Es Nuestro