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Chile y la disección del nacimiento.




Entre los años 2000 y 2011 en Chile han ocurrido casi 3 millones de partos (2.751.540), un 75% asistido en el sector público, y el otro 25% en instituciones privadas. La tendencia es clara para indicar que cada año ocurren más cesáreas en nuestro país. Mientras en el año 2000 en términos generales (público y privado) las cesáreas representaban un 36% del total de partos, en 2011 esta cifra llegó a un 48%. Dentro de lo excesivo del procedimiento en Chile, además existen grandes diferencias entre el sector público y privado, 39,4% y 71,8% respectivamente (2012, último año del que se disponen datos del sistema privado). Para Michelle Sadler, antropóloga médica, esto es “un signo de un modelo de nacimiento altamente medicalizado, en el cual las personas se “entregan” a un sistema de salud sin cuestionar sus indicaciones”, planteado esto por los epidemiólogos sociales como Modelo Médico Hegemónico, el cual deja como subalternos a los saberes y prácticas tradicionales, los que se sustentan en las construcciones colectivas, propendiendo al fomento del individualismo desde el nacimiento y a lo largo de la vida. Sadler recalca además que “hay varios factores culturales que tienen relación con este fenómeno: un sistema de salud muy jerárquico donde los usuarios no tienen mayor incidencia, la concepción de que el uso de más intervenciones es sinónimo de mejor atención en salud, la idea de que el parto es peligroso y debe ser controlado por especialistas, y un gran temor al parto en general (como evento peligroso) y al dolor durante el mismo, entre otros”.


Cuando analizamos cifras mundiales y las comparamos con las nuestras los resultados no son alentadores. De acuerdo a los datos ofrecidos por las Estadísticas Sanitarias Mundiales que entregó la OMS en 2011, y que muestra las tasas de cesáreas de más de 180 países en la década 2000-2010, Chile ocupó el 4to lugar a nivel mundial con un 40,6% de partos vía cesárea durante esos 11 años. Sólo tuvieron más cesáreas que nosotros países como Chipre (50,9%), Brasil (43%) y Republica Dominicana (41%).


Es importante señalar que la OMS en el año 1985 recomendó a los países no realizar cesáreas en más de un 15% de los partos, algunos autores han señalado que en estos tiempos el porcentaje máximo de cesáreas recomendado debería ir entre 20-25%, no existiendo evidencia de que cesáreas entre el 10 y 30% tengan impactos en la reducción de la mortalidad. Sin embargo, hoy, tanto sector público como privado, presentan porcentajes mucho más altos. El sector privado avanzó en los últimos 12 años de cifras de un 60% de cesáreas a una tasa de un 70%, es decir 2 de cada 3 niños que en Chile nacen en una institución privada lo hacen a través de una cesárea, muy lejos de la recomendación 2 de cada 10 propuesta para estos tiempos. Por su parte el sector público también ha aumentado sus tasas desde un 30,4% en el 2000 a un 38% el año 2011.

En el año 2000 Susan Murray, investigadora inglesa, vino a Chile y analizó el fenómeno que ocurría en el sector privado, respecto de la alta tasa de cesáreas. Concluyó que el modelo de aseguramiento de la salud en Chile puede condicionar la gestión sanitaria de la maternidad. Las ISAPRES nunca han sido emplazadas por esto, y siguen generando utilidades sin haberse referido jamás a este tema. El estudio también muestra que los factores “económicos” y “tiempo” son determinantes al momento de explicar de parte de los médicos la alta tasa de cesáreas. En Chile el parto sufrió un proceso de industrialización tal, que hoy no hay forma de detener, al menos los porcentajes en alza hace más de 12 años así lo demuestran.


Algunos podrían señalar que da lo mismo que el parto sea vía vaginal o vía cesárea basado exclusivamente en los riesgos asociados a cada una de estas dos modalidades, argumento de un reduccionismo extremo. Afortunadamente los autores que han revisado los riesgos, incluso habiendo expuesto que la diferencia entre las dos vías es muy baja, son enfáticos en señalar que nada justifica aumentar la tasa de cesáreas. Considerar sólo los riesgos de una u otra vía, deja de lado primero que todo las preferencias de las pacientes, les quita el protagonismo en su propio proceso reproductivo, y además deja absolutamente de lado el impacto que tiene la separación temprana en el desarrollo del vínculo y desarrollo cerebral. Otros han señalado que la gran tasa de cesáreas en Chile es la explicación de nuestra baja tasa de mortalidad. Es bueno recordar que nuestras tasas hoy son comparables a las de países desarrollados. Sin embargo países con tan buenos indicadores como los nuestros tiene tasas de cesáreas muy por debajo de nuestro 41% de la última década. Sólo por mencionar algunos: Canadá 26%, Uruguay 15,8%, Holanda 15,4%. Además, Chile lleva años con tasas de mortalidad estables, sin embargo las cesáreas siguen subiendo.


El parto en Chile, hoy, no responde a las necesidades ni preferencias de las mujeres. Lo anterior se respalda en un estudio que el año 2006 fue publicado en el British Journal of Obstetrics and Gynecology, en el que participaron investigadores estadounidenses y chilenos, que señala que un 70% de las mujeres del sector público y privado prefieren el parto vaginal por sobre la cesárea. Por lo tanto concluyen que la decisión de la mujer, hoy en Chile, no es determinante para elegir la vía del parto.


Nos parece importante poner sobre la mesa estos argumentos, dado que la discusión respecto de la violencia obstétrica que sufren las mujeres chilenas no ha sido aún considerada pertinente o necesaria de abordar, desde ninguno de los sectores involucrados. Entendemos que frente a esta realidad, subyace una violación persistente y consciente de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las mujeres chilenas por parte del sistema de salud, lo que se traduce en una reproducción injusta y evitable de las inequidades socio-sanitarias que vive nuestro país.


En el marco del XI Congreso de Matrones de Chile, realizado en Temuco en noviembre del año 2014, la Matronería, a través de la “Declaración de Temuco” se comprometió a contribuir a la reducción de todo tipo de violencia hacia la Mujer, especialmente la obstétrica, asumiendo para ello el respeto por los tiempos fisiológicos del Parto, la no medicalización del proceso de manera innecesaria y velar por el acompañamiento continuo. Esto constituye un avance en el reposicionamiento de los DESC de las mujeres chilenas, dado que estos profesionales son los que más presentes están a lo largo del proceso de salud sexual y reproductiva, en especial en el sistema público chileno.

Publicada originalmente en PAHO.org

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